lunes, 6 de julio de 2015

La primera vez que me enamore de un gato




Cada vez que me llega a la mente ese recuerdo, difícilmente lo veo como un viaje en el tiempo; me parece como si fuera ayer y que mi Minga (q.e.p.d) todavía estuviera cerca. Nunca se me olvida aquel momento ya que, me gustara o no, termine amando a los gatos para siempre.

Sucedió una de esas tardes de fútbol, del mundial Francia 98 – sí, el que gano el cabezón de Zidane, pero que es más recordado ahora por la trastada que hizo en la final del mundial Alemania 2006 y que dio como resultado que no ganara otro campeonato -. Estaba sentado en la cama del cuarto de mi tío Gerardo, viendo como Inglaterra, uno de mis eternos equipos favoritos, estaba siendo derrotada por Rumania.

Todo normal, con estrés incluido y rabia por el resultado, cuando de pronto, aparece por la puerta Minga, con su exótica piel de tres colores: negro, blanco y algo de caramelo, además de sus grandes e hipnóticos ojos verdes. El resto de lo que paso no lo entiendo: sólo sé que la gata se acercó coqueta hacia mí, con ese caminado que tanto les gusta imitar las modelos de pasarela, maullando suavemente para luego rematarme acariciando mis desnudas pero peludas pierdas con su cuerpecito. No sé si los gatos tendrán algún químico en su cuerpo que causa que los termines queriendo o si simplemente son ideas mías, pero sí es verdad que todavía amo mucho a estos animalitos.

A Minga siempre la tendré en mi corazón y, en cuanto a los demás, ellos son maravillosos.

2 comentarios:

  1. Di un pantallazo a tu blog, al cual lo veo interesante. Trataré de pasar más seguido, como me lo dices por ahí en otro trabajo, para leerlo con detenimiento y poder comentar a conciencia. Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el cumplido y por tu comentario, por cierto, lamento haber tardado tanto en responder; muchas cosas que hacer. Hasta pronto Malania, te espero por mis blogs.

      Eliminar