En una de esas noches, en que Sherezada le contaba mil y un cuentos de alcoba al sultán Shahriar, para interrumpirlos en la madrugada siguiente y seguir con vida, estuvo a punto de narrarle la siguiente historia, cuando él la interrumpio.
- Oh hermosa e inteligente Sherezada, adoro tus cuentos, pero por favor, no incluyas al gato de nuevo; soy alérgico a ellos y sabes que me dan unos hormigueos cuando los mencionas.
- Me es imposible querido; acuérdate que el gato se mete sólo.
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