Me imagino que todos/as
los dueños/as de gatos en el mundo se preguntaran de qué estoy hablando, así
que me voy a explicar incluso para los que no me hayan entendido en mi idioma:
el título no es más que una deformación de la frase “el día de todos los
santos”, mejor conocido como halloween; me pareció tan bonita que la hice rimar
de esa forma, ojalá quien hable otra lengua lo encuentre gracioso. Si bien es
cierto que oficialmente existe el “día
del gato” y el “día de la mascota”, no cabe duda que los felinos siguen siendo
los más afortunados de todos: tienen otro día del año para celebrar.
¿Pues qué tienen que ver los gatos con el halloween?, si
te diste cuenta son el único animalito que aparece en su forma natural en todas
las alusiones a dicha festividad; ni los vampiros, hombres lobo, murciélagos,
arañas o ratas cuentan: los primeros dos por sus formas humanoides y los
últimos tres porque no suelen ser aludidos a menudo, así que el gato se quedo
en el sitial de honor.
El gato doméstico, principalmente los de color negro, son
las mascotas favoritas de las brujas, los que juegan dentro de las calabazas y
hasta quienes le hacen compañía a la alegoría de la muerte en algunas
ilustraciones. Ya sea por su carácter misterioso, sus supuestos poderes
síquicos o su casi incompleta domesticación, los gatos le aportan al halloween
ese aire divertido y a la vez místico a susodicha fecha.
Para poder entender cuál es el verdadero origen de la
inclusión del gato como el símbolo más representativo del halloween, tenemos
que remontarnos a la que quizá es la época más oscura de la existencia humana:
la edad media. Con el auge del cristianismo y el surgimiento de los reinos
bárbaros tras la caída del imperio romano, se inicio un período de oscurantismo
y religiosidad que duraría mil años y que marcaron para siempre el devenir del
mundo occidental. En aquellos días, la naciente iglesia cristiana, en su afán
por eliminar los potenciales rivales a su hegemonía religiosa, dio inicio a una
brutal cacería que con el tiempo se le daría el nombre de “inquisición”.
Uno de los poderosos signos paganos era nada menos y nada
más que el gato: estaba asociado con la diosa nórdica Freiya y era considerado
por los egipcios como un animal sagrado – en efecto, la religión egipcia era
una de las más influyentes en el imperio romano-, de manera tal que al gato lo
consideraron animal impuro. Los gatos cayeron del pedestal en que los tuvieron
durante siglos a ser el animal más perseguido de Europa, sin bien nunca los
eliminaron por completo dado a su rápida capacidad de reproducirse. Matar un
gato era considerado normal y en las ferias se disparaban flechas a un gato
encerrado en una caja de madera que colgaba sostenida por una cuerda que
alguien agarraba y balanceaba de un palo.
Tampoco ayudaba el hecho de que el gato fuera el
compañero favorito de las ancianas: en aquellos días se consideraba que las
mujeres de cierta edad eran brujas, por lo cual no solía ser raro que al felino
se le viera como un ser del infierno. En realidad, a estas ancianas abandonadas
e inútiles en una época en que al trabajo físico se le daba demasiada
importancia, les era fácil tener un gato de compañero ya que requería menos cuidados
que otro tipo de mascota.
La reivindicación del gato se dio en pleno auge
renacentista, cuando los médicos ilustrados de aquella gloriosa generación se
dieron cuenta que la peste bubónica - enfermedad que en ese tiempo era el azote
de la población europea – se transmitía a través de una bacteria que vivía en
el cuerpo de las ratas y que la alta proliferación de estas se debía en gran medida
a la falta de gatos que las pudieran cazar. Fue así que tras siglos y siglos de
programas de profilaxis y campañas de concientización lentas pero profundas, la
caza de gatos llego a su fin. Hoy en día todavía hay gente que asocia a los
gatos con la magia negra o los odia por completo, pero el rechazo no se da en
nuestros días como en esos tiempos.
Pese a todo esto, el gato quedo asociado en la memoria
colectiva como las mascotas de las brujas y símbolo de hechicería, de forma tal
que no paso mucho tiempo para que el gato doméstico de algún modo lo incluyeran
en la fiesta irlandesa del sambuin, que terminaría convirtiéndose con el pasar
de los años en lo que hoy conocemos como “halloween”.
Así que ya sabes porque a nuestros gatitos los asocian
con esta celebración, por lo que de ahora en adelante deberás tener mucho
cuidado cuando a tu gato se le ocurra hablar con ciertos “amiguitos” invisibles
en “la fiesta de todos los santos”. Hasta pronto y feliz día de todos los
gatos.