viernes, 11 de diciembre de 2015

El gato de Santa Claus



Cierta noche de navidad, Santa y uno de sus duendes aterrizaron el trineo con renos en uno de esos tantos techos con chimeneas - de esos que abundan en el hemisferio norte, porque aquí en América Latina no tenemos tantos de esos -, como acostumbran hacer en cada noche buena.

Todo salió normal: la familia estaba dormida, dejaron los regalos, se comieron un par de galletas... Cuando ya estaban a punto de partir, notaron que los habían descubierto: era un gatito pardo con rayas, que estaba acariciando las piernas a Santa.

- Jo, jo, jo, me haces cosquillas

- ¿Nos lo podemos quedar? - pregunto el duende

Si bien Santa no es una mala persona, le parecía que el polo norte era un lugar muy inhóspito para un animalito de ese tamaño.

- Jo,jo,jo, lo dudo; tal vez es el gato de esta familia

- No seas Santa; si así fuera, ya hubiera sentido que tenía el mismo olor que ellos y es más, tendría un collar con chip. En esta parte del mundo es una costumbre o una regla muy extendida.

Muy amablemente, Santa buscó una excusa.

- Jo, jo, no hay tiempo que perder; ese gatito parece muy  bien alimentado y contento como para que nos ocupemos de él. Feliz navidad pequeñín, nos vamos.

Se fueron de allí volando como siempre cuando de pronto, a unos buenos kilómetros del suelo, empezaron a escuchar el sonido de algo o alguien destrozando las envolturas de los regalos. Enojado, Santa le ordenó al duende.

- Hey Fritz ¿Serías tan amable para ver quién o qué está destruyendo los regalos?

- Con mucho gusto Santa.

Muy pronto, el duende se reincorporó, con el gatito pardo con rayas entre sus brazos. Un abrumado, pero cuerdo Santa Claus, exclamó.

- ¡¿Pero cómo se supone que se metió en el trineo?! ¡Fritz, devolvámoslo a donde lo encontramos, antes de que nos produzca más problemas!

- ¿Puedo quedármelo? - preguntó Fritz ante la expectante mirada de Santa y los marrullos del cariñoso animal.

- No podemos llevarlo al polo norte ¿Que no entiendes que hace mucho frío y va a molestar a la señora Claus en la cocina?

-Yo cuidaré de él; en cuanto a sus travesuras, voy a ahorrarte el estrés de esta noche y otras cuantas más.

El duende vertió polvo mágico de sus manos y el gato se durmió tan profundo, como si ya se hubiese acostado hace ya varias  horas. El gordo bonachón concluyó con la siguientes palabras.

Vaya, esas son las ventajas de ser un duende. En cuanto a los gatos, entran como polisones a tu vida y tienen esa extraña magia de hacerte suyos. Jo,jo,jo.



4 comentarios:

  1. Soy de los que tiene cariño por los gatos. Gracias por una historia de Navidad de Santa Claus gato ti. Disfruté muchísimo. Muchas gracias,Zeta Alberix. Besos y Feliz Navidad!

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  2. ¡Qué linda historia, y un final feliz también. Estoy seguro de que la señora de Santa Claus no le importará en absoluto Tener un maravilloso día amiga Alberix {:o)

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  3. Preciosa historia. Y lo que dices al final es cierto: ellos te hacen suyos. Un beso enorme y feliz navidad

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  4. Así, parecido, siguiéndome a todos lados, me hizo suya Kira, o Doly, mis dos lindas gatitas...Me has hecho recordarlas con alegría. Bonita historia, al final se convertirá en inseparable de Santa, estoy segura.
    Un beso

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