Siempre
nos imaginamos a los ejércitos de antaño como muy poco diferentes a los
actuales, a excepción del caduco armamento y los pintorescos uniformes, que hoy
en día violarían todas las normas básicas de camuflaje. Lo que no sabías, era
que los ejércitos de aquella época no sólo eran formaciones altamente
disciplinadas y agresivas de individuos con un objetivo común; eran movimientos
de migraciones masivas, que incluían las esposas, los hijos/as y hasta los
animales, con el fin de hacerle la existencia más fácil a los esforzados
soldados. La estricta vida castrense iba de la mano de la mera formalidad
civil; mover toda una tropa era como llevar la casa en una carreta tirada por
caballos. No es menos difícil imaginar que habían gatos entre ellos/as.
Durante
las guerras de independencia de América del sur, se decía que el fervor
patriótico se respiraba hasta en el aire. A los grupos de fuerzas
independentistas siempre les acompañaban un buen par de gatos; incluso, uno de
los soldados llego a decir a uno de sus compañeros.
-Hasta ellos están imbuidos de fervor patriótico.
Al
escucharlo, uno de los gatos le dijo a sus cuadrúpedos colegas.
-¡Bah!,
humanos; son tan ingenuos que no se dan cuenta que donde hay ratones, alimañas,
carroña y un montón de idiotas que nos dan de comer al primer maullido y una
miradita de ojos como platos, estamos nosotros. ¡¡Miauuuu!!