Cierta noche, el doctor Frankenstein estaba concluyendo uno de sus experimentos; veía delirante cómo un líquido verdoso que estaba dentro de un recipiente de vidrio, sujeto por una especie de soporte de hierro era calentado abajo por un mechero.
-¡¡Por fin, mi pócim de la inmortalidad está casi lista; ahora sólo falta agregarle los ratones!!
De pronto, se escucho atrás suyo el ruido de un frasco de vidrio romperse; dio la vuelta y se dio cuenta que era el que contenía los ratones. Frente a los restos de vidrio estaba su gato, quien en ese momento succionaba con su boca lo que quedaba de la cola de un ratón. El doctor se puso furioso.
-¡¡Igor!! ¡¿Cómo es que entraste aquí?! ¡¿Por qué te comiste mis ratones!?
Y Igor le respondio en su idioma gatuno.
-¡¡Miauuuu!! No me los comí, estaba practicando un truco de magia para hacerlos desaparecer; actualmente estoy intentando que reaparezcan, pero esa parte no me sale. Muy probablemente ya están en otra dimensión.
Justo en ese instante, el gato hizo una especie de eructo